Y es que no es nada sencillo su destrucción… al menos hasta ahora. La fibra de vidrio siempre ha sido difícil de reciclar y de poco valor una vez triturada. Pero las cosas podrían cambiar con nuevos procesos que permitirán reciclar los materiales de forma más eficiente. La industria náutica lleva tiempo siendo consciente del cada vez más significativo problema de los barcos que llegan al final de su vida útil sin que puedan ser reciclados como ocurre con los coches.
Los vehículos tienen una vida media de 14 años, tras la cual, unos 15 millones de coches cada año son reciclados en un 75%, a pesar del creciente número de piezas fabricadas en plásticos o en materiales compuestos. El resultado da 14 millones de toneladas de acero.
Antes de la era del plástico los barcos en acero o en madera se reciclaban solos si o si, pues el acero desaparece a los pocos años de no ser mantenido y la madera se pudre para convertirse en polvo. Por el contrario la fibra de vidrio aguanta sin problemas 50 años o aún más.
Así en algunos países europeos se ha previsto una pequeña tasa para que al final de la vida útil, el barco se pueda reciclar por empresas capaces de transformar este material. El mayor problema del reciclado de barcos proviene del coste para desmontar sus diferentes piezas y de la mano de obra para cortar y trocear el casco.
Sólo en Italia unos 20.000 barcos quedan obsoletos todos los años con un peso de unas 25.000 toneladas de FRP. Y esto es sólo una parte de la historia, pues todos los años también quedan obsoletos miles de toneladas de moldes que ya no son utilizables por los astilleros. Además cada vez se añaden al mercado más productos fabricados en fibra como son bañeras, platos de ducha, hélices de molinos generadores de viento, o parachoques de coches, entre otros.
Reciclar la fibra de vidrio
Se han encontrado aplicaciones para estas fibras recicladas al ser mezcladas en cementos y morteros. Así se consiguen hormigones más resistentes a la vibración y al resquebrajamiento y muy adecuados para fabricar pilotes de hormigón o bloques tetrápodos para rompeolas y pasarelas. También se pueden mezclar las fibras con asfalto para carreteras.
Para poner en marcha una máquina SSI hace falta un control y una organización que permita conseguir un flujo de barcos viejos más o menos constante. También existe otra manera de reciclar los viejos cascos mediante un sistema químico pirolítico, que somete el material a 220 ºc para separar el poliéster de las fibras de vidrio, de tal forma que los dos materiales puedan ser reutilizados. Al no exceder la temperatura de los 220 grados las fibras mantienen sus características físicas de dureza y flexibilidad. El procedimiento puede ser utilizado con composites de carbono para reaprovechar las caras fibras de carbono que si bien no mantienen la misma dureza que el material original, aún ofrece características adecuadas para endurecer termoplásticos y otras resinas termomoldeadas.